En toda atracción interpersonal tiene lugar una interacción entre una persona con otra, dentro de un contexto o una situación determinada, en la cual habrá que tener en cuenta:

  • Las características físicas, intelectuales, sociales de la otra persona.
  • Las características de uno mismo/a (autoestima, confianza en una mismo, aspecto físico, etc).
  • Los aspectos que tenemos en común o compartimos con la otra persona.
  • Las características de la situación o el marco dónde se produce la interacción con la otra persona (no es lo mismo estar en el trabajo que en una fiesta de cumpleaños).
  • Las circunstancias sociales que tienen lugar en dicha interacción (cultura, religión, situación geográfica, etc).
  • Los motivos, objetivos o necesidades propias y de la otra persona.
  • Si la situación actual, en la cual está teniendo lugar la interacción, supera las expectativas de nuestras experiencias pasadas.
  • Si las recompensas que se van a derivar de dicha relación o interacción son mayores que los costes.
  • Si apoyarán nuestras propias actitudes, capacidades, logros, etc.
  • Si nos ayudarán a solucionar nuestros problemas.
  • Si nos harán vivir experiencias inolvidables.
  • Si podemos aprender de ellos/as.
  • Si van a complacer nuestras necesidades sexuales.
  • Si nos aportan seguridad y confianza en nosotros mismos/as.
  • Si la otra persona piensa y tiene ideales o gustos similares a los nuestros (la semejanza no necesariamente tiene que ser real u objetiva).
  • Si la otra persona es próxima a nosotros/as ( vive cerca de nosotros, es de nuestro mismo grupo de amigos, etc)
  • Si nuestros planes de futuro o presentes coinciden con los de la otra persona.
  • Por las vivencias o experiencias que hemos vivido, hasta el momento de coincidir con la otra persona.

El sentirnos atraídos por una persona o por otra, no solo dependerá de nuestras características o las que pueda tener la otra persona, ni de la situación o contexto dónde tiene lugar dicha interacción, sino de un todo en su conjunto.