Por fin me he decido, ha llegado el momento.
Después de todo este tiempo, necesito darme una alegría al cuerpo.
Esta vez, voy a ser yo.
Me miro al espejo.
Abro el armario, me pruebo un vestido, me lo quito, me pruebo otro pero no me convence ninguno. Me pongo nerviosa por un momento.
Lo intento con la ropa interior y ahí, si que si me siento cómoda. Que pena, no poder ir así.
Si me buscas tendrás que esperar.
Si me deseas te lo tendrás que ganar.
Esta vez, no me voy a conformar con lo que se hace siempre o has hecho hasta el momento.
Como no has nacido sabiendo, yo te diré lo que necesito, dónde lo tienes que hacer y cómo me tienes que tocar, la velocidad, el ritmo, las posturas…
Si cuando termines, no estoy satisfecha, no me voy a callar.
Si me preguntas, no te voy a mentir.
Esta vez no me voy a preocupar, por si voy a estar a la altura o no.
Tampoco voy a fingir, por no dejarte mal… si lo piensas es mejor así.
Vete olvidando de pensar sólo en meterla. El sexo no son sólo cuatro caricias, unos mimos, besos aquí y allá, y ala a lo mismo de siempre.
Tampoco consistirá en tener orgasmos, porque para eso mejor los tengo yo por mí misma. Aunque no te lo creas yo también me masturbo igual que tú.
¡Ah¡ qué a nadie se le ocurra juzgarme por si me acuesto con uno o con otro, las veces que me dé la gana o como si quiero tener sólo sexo de una noche.
¿Qué pasa, no puedo hacerlo porque soy mujer?
Basta ya, yo también tengo derecho a vivir mi sexualidad como a mí me de la gana.
Y que no me entere de que vais diciendo por ahí, que las mujeres nunca tenemos ganas porque vosotros, aunque no todos, vais de machitos, prometéis el cielo pero al final nada de nada.
Esta vez no será así, conozco mi cuerpo, sé lo qué quiero y cómo lo quiero.
Me quiero sentir mujer…